Final del Juego en Fundación PROA

Un juego que recién empieza

El Espacio Contemporáneo de Fundación PROA, coordinado por Santiago Bengolea, se invade de un nuevo proyecto artístico en homenaje al centenario del nacimiento de Julio Cortázar. Final del Juego es la propuesta curatorial de Laeticia Mello que involucra el encuentro de tres obras site-especific realizadas por Alexandra Kehayoglou, Luciana Rondolini y Guillermo E. Rodríguez.



El segundo piso de la Fundación es intervenido recurrentemente por instalaciones artísticas que conviven con la cafetería de la institución, y hasta invaden los individuales que recibe cada comensal en su mesa. Esta conjunción de territorios opera como un escenario preexistente que los artistas deben contemplar y respetar a la hora de proyectar sus obras.


La primer impresión del recinto no permite escapar a la omnipresencia de la obra de Alexandra Kehayoglou, que nos interpela de forma inmediata, asomándose al pie de la escalera de acceso. Esta enorme y sinuosa obra textil remite a los pastizales de la pampa bonaerense, y crea un gran contraste sensorial. A su vez, esta alfombra opera como nexo y sendero hacia las otras dos obras. Una de ellas, colgada en el muro del espacio interior, se forma a partir de un conjunto de espejos, elemento clave para pensar en la dualidad realidad-ficción. Luciana Rondolini bordea estos espejos con arabescos de curvas y contracurvas, que, a la distancia, simulan un distinguido y costoso marco de finas molduras. Sin embargo, desde una mirada cercana, se evidencia su fabricación a partir de una manga repostera cargada con materiales de construcción.
Por último, la obra de Guillermo E. Rodríguez se erige en el espacio exterior, utilizando como soporte la extensa baranda del balcón de la Fundación. La misma remite a un cianómetro, instrumento para medir el tono azul del cielo, utilizado por Alexander Von Humboldt en sus exploraciones por América. Este elemento de mediación a gran escala invita al espectador/comensal a hacer uso de él desde su mesa.


En una breve y cálida charla, la curadora nos cuenta los principales lineamientos del proyecto:

¿Cómo surge el proyecto Final del juego?

Laeticia Mello: El proyecto surge a partir de retomar la figura de Julio Cortázar, particularmente en este año que se cumple el centenario su nacimiento. El homenaje, en nuestro caso, no llega exclusivamente desde lo literario, sino desde las Artes Visuales, y desde el Arte Contemporáneo en particular. Partimos de un cuento, que se llama Continuidad de los parques, que está comprendido en un libro que se llama Final de Juego, editado por primera vez en 1964. A su vez, esta publicación es contemporánea a un texto de Umberto Eco, que se llama Obra Abierta. En el mismo año, ambos textos estaban planteando, de algún modo, el mismo concepto. Este sería que el espectador, a partir de la lectura o el involucramiento con la obra, es quien termina de completar la pieza. Me interesa puntualmente la idea de los mapas diseminados en la escritura Cortázar, los cuales permiten que uno como espectador pueda elegir hacia dónde ir. El texto más icónico de esto es Rayuela, que tiene distintos capítulos y que vos como espectador podés saltar de un capítulo a otro y llegar a un final posible entre muchos otros. Pero me interesaba específicamente Continuidad de los parques porque el nombre de la obra ya está planteando esta noción de lo ininterrumpido y lo simultáneo, donde Cortázar llama “parques” a cada una de las realidades que se presentan en el cuento. Podemos distinguir el “parque” de nuestra realidad como lector, el “parque” del lector protagonista del cuento, y, a su vez, el “parque” de estos dos amantes que forman parte de la novela que lee el personaje. Por otro lado, me interesa la propuesta de la obra literaria que nos ubica como una especie de cómplices de un crimen, en el que nosotros vamos tomando responsabilidad a medida que lo vamos terminando de leer. Está presente ese juego con la ingenuidad del lector, que en un momento dado, cuando va llegando hacia el final del párrafo, se va dando cuenta que es partícipe de algo, aunque no podés parar de leerlo. Pero en ningún momento se explicita lo que sucede, sino que es algo que se puede inferir a partir de las marcas del autor a lo largo de la obra.

¿Por qué elegiste a estos artistas para llevar a cabo el proyecto?

LM: En principio, soy admiradora de los tres, típico del curador (Risas). Con Alexandra y Luciana ya había trabajado en otras muestras. Con Guillermo no, pero lo venía siguiendo porque me interesaba el modo en que concebía el espacio escultórico, así que fue una buena excusa para entablar un vínculo con él. Por otro lado, dentro de las especificaciones del proyecto que pautaba PROA, se aclaraba que debían ser obras site-especific, y tenían que ser artistas que posean la versatilidad para emplazar una obra en el Espacio Contemporáneo de la Fundación. Además, me pareció que estos tres artistas eran un buen complemento visual, a nivel de paleta de colores, a nivel compositivo y a nivel lenguaje. Tenemos por un lado lo textil, por otro lo escultórico,  y por último, lo plástico.

¿Cómo se llevó a cabo el trabajo con los artistas?

LM: Cada uno de ellos debía leer el cuento y, a partir de sus lenguajes, crear una obra que reflexionara o que partiera de uno de los conceptos planteados en el cuento particular, o en la obra del autor en general.

¿En qué medida los encuentros y charlas con los artistas alteraron o enriquecieron el proyecto original?

LM: El proyecto se fue completando mucho con la mirada de los artistas, porque, si bien yo sabía el modo en el que cada uno producía o trabajaba su obra, soy curadora, no artista, entonces hay cosas que se me escapan. Por ejemplo, yo pensé un sendero original que recorra toda la cafetería, que son casi 50 metros, y cuando hablamos del tema con Alexandra, me decía que no íbamos a llegar con los tiempos, o me aconsejaba otros modos de trabajo más convenientes. En ese sentido nos fuimos ajustando mucho.

Entonces fue un ajuste más ligado a lo técnico que a lo conceptual

LM: Sí, desde lo conceptual fuimos bastante en simultáneo con los artistas, funcionó bien, fue muy dinámico el proceso. 

Dado que el Espacio lleva el nombre de Contemporáneo, ¿Qué rasgos de lo contemporáneo creés que están presentes en esta propuesta?

LM: Creo que lo principal es la idea de la obra abierta, que quizá no es tan contemporáneo, porque, como hablábamos, es un concepto que surge en los años ´60, pero considero que es un tema que se retoma permanentemente. La noción de que el espectador es quien completa la obra, que participa activamente de ella, además de algo casi performático que se desarrolla en este espacio, porque hay un tránsito constante de gente que interactúa con las obras. Por otro lado, también puede pensarse en lo interdisciplinario como un concepto contemporáneo, en la mixtura de la literatura y las artes visuales en este caso.



Ficha Técnico/Artística
Artistas: Alexandra Kehayoglou, Luciana Rondolini y Guillermo E. Rodríguez / Curador: Laeticia Mello / Espacio: Espacio Contemporáneo, Fundación Proa / Inauguración: 6 de Septiembre / Cierre: 30 de Noviembre / Domicilio: Av. Pedro de Mendoza 1929, Buenos Aires / Horarios: De martes a domingo 11 - 19 hrs.

Victoria do Campo
victoriardc@gmail.com

Nota publicada en Revista ÁMBAR
http://www.ambar-revista.com.ar/index.php/noticias/visuales/item/231-un-juego-que-recien-empieza


ambar-revista.com.ar      ISSN N° 2314-3347

Frenesí en Casa Presa

Una paradoja posmoderna




“Los materiales reales cambian progresivamentde sentido,
no subordinándose a la composición pictórica o escultórica
tradicionales sino gracias a su agrupación. Desde un punto de
vista semántico se acusa una preferencia por la alegoría, en
virtud de la cuaefragmento u objeto de la realidad pierde su
 sentido unívoco con el fin de explorar la riqueza significativa.”
               
Simón Marchán Fiz, 1986

“Un laberinto invita a estar dentro, el laberinto no es tal si se está afuera;
la acción se da dentro, el laberinto invita a la acción, a su recorrido,
un recorrido que implica un transcurso de tiempo y espacio, y por lo tanto,
implica también una narrativa. Si pensamos en un laberinto no pensamos
solo en un muro, pensamos en una especie de serpiente, en un jardín
o en un dibujo de espirales con una entrada y una salida, lo imaginamos
visto a vuelo de pájaro, lo cual significa que siempre pensamos en un laberinto
desde afuera y arriba y es natural si queremos resolver el secreto del mismo,
puesto que la mejor posición para hacerlo es a través de la contemplación del todo.”

Eduardo Pérez González, Una Letra del Laberinto. 


El próximo viernes 27 se inaugura la muestra “Frenesí” en Casa Presa. Esta será la primer muestra individual de collages de la artista, fotógrafa, realizadora audiovisual y además comunicadora social Maia Gattás Vargas. El evento comenzará a las 21 hs y habrá música en vivo para acompañar la velada. La exhibición permanecerá hasta el 15 de julio.



El collage siempre ha sido una conjunción arbitraria de la realidad material circundante. Los fragmentos descontextualizados y montados nuevamente a merced de un discurso alternativo permiten instaurar un nuevo estatuto para esas imágenes. Según Marchán Fiz, el principio collage supone una categoría artística que trasciende los límites históricos de sus orígenes cubistas para devenir el punto de partida de un proceso operante hasta nuestros días. Maia Gattás Vargas se vale de esta estrategia para crear una realidad personal a partir de los fragmentos de la que encuentra a su alrededor.



La muestra se erige a partir de dos recorridos paralelos y complementarios. Por una parte, la serie “Tiempo de verano” apela a un abordaje intuitivo a través de las sensaciones que operan durante esta calurosa y embriagante estación. Al otro extremo, la serie “Post” propone un recorrido minado de conceptos, reflexiones y lecturas acerca de la apabullante Posmodernidad. El multiculturalismo, el orientalismo, la posguerra, la cuestión de género, la caída del muro de Berlín, el sueño del comunismo, y la oposición levistraussiana mito – ciencia, son algunos de los principales focos implicados en esta última serie. A su vez, la revisión de los tópicos posmodernos es abordada, paradójicamente, a partir de muchos de sus procedimientos -la fragmentación, el montaje, la exposición de la subjetividad, las múltiples lecturas- interrogando de esta manera la misma condición de “lo posmoderno” desde la materialidad.





La artista percibe estos dos momentos, el verano y la Posmodernidad, como períodos frenéticos. Y aquí es donde reside el núcleo común de las propuestas. La superposición de imágenes, los múltiples significantes, la exuberancia de formas y tonalidades, el exceso de estímulos visuales, y la profusión de texturas, invaden cada una de las obras. Los caminos de lectura resultan difusos, se percibe una conjunción caótica de información, como un laberinto barroco, en el que las obras se exhiben reticentes a la construcción un relato, a una lógica lineal, al igual que lo hace la Posmodernidad en nuestra historia actual. 

Victoria do Campo

victoriardc@gmail.com

Ficha técnico artística

Frenesí - Maia Gattás Vargas
Casa Presa, Villa Urquiza (Valdenegro 2636)
Inauguración: 27 de junio
Cierre: 15 de julio 




Planos Alabeados en el CC Rojas

Una serie de ensayos visuales



A partir de un postulado geométrico, la muestra Planos Alabeados se propone indagar en el vínculo posible entre la ciencia y el arte contemporáneos. La iniciativa del curador, Pablo Lapadula, involucra la obra de seis artistas contemporáneos -Diego Bianchi, Juan José Cambre, Mariano Dal Verme, Karina Peisajovich, Pablo Siquier, y Eduardo Stupía- en base a los cuales crea ensayos visuales alternativos, fuera de los conceptos e intenciones que estuvieron presentes en el proceso de génesis de las obras. La cita es en el Espacio de Artes Visuales del Centro Cultural Rojas, coordinado por Máximo Jacoby, y ubicado en la tradicional avenida Corrientes. Este recinto interdisciplinario, desprendido de la Universidad de Buenos Aires, nodo fundamental de desarrollo de disciplinas científicas en nuestra región, será el escenario ideal donde la ciencia y el arte establezcan un nuevo encuentro.




Podemos ya rastrear inquietudes e investigaciones previas acerca de los posibles puntos de contacto entre ciencia y arte en la propia producción artística del curador, Pablo Lapadula. Testimonio de esto son obras como ¿Estos mosquitos fluorescen? (2004), Evolución (2005), Mecánico nuclear (2006), o Alas (2007). El curador y artista define sus obras como “pequeñas unidades atómicas”[1], y, aunque ninguna de ellas fue incluida en la muestra, resulta interesante considerar las continuidades que se crean entre estas dos tareas artísticas divergentes. 

Pero si de relevar las pericias del vínculo arte-ciencia se trata, el camino será amplio y diverso. Estos dos planos siempre han sostenido puntos de contacto, de diálogo, de conflicto, y de colaboración mutua. Lo más sencillo sería pensar en el uso de los cánones de proporción en el arte de la Antigüedad, en la bella perspectiva renacentista, o en la aplicación de la sección áurea en las obras de todos los tiempos. A su vez, podemos ir más lejos y retomar los conflictos de una relación de antaño entre los confines de la naturaleza y los de la representación, entre los artistas inspirados en la realidad natural circundante, y los que buscan crear un discurso autónomo y autorreferencial para el arte. 

En el caso de Planos Alabeados, se propone una hipótesis, un ensayo posible en el que estas dos caras se cruzan, partiendo de los aspectos formales de cada una, y tomando, por un lado, imágenes de dispositivos científicos de alta tecnología, y por el otro, las obras de los artistas contemporáneos. Y aquí es donde las estructuras regulares y perfectas de Pablo Siquier comienzan a dialogar con el orden interno de una serie de tejidos observados microscópicamente. Como también se cruzan imágenes científicas acerca de manipulaciones genéticas, de clonación o ilustraciones extraídas de manuales antiguos acerca de hermafroditas y siameses, con la escultura de Diego Bianchi, quien exhibe partes de un cuerpo que fue desmembrado y vuelto a montar de manera azarosa, desprolija e inorgánica.

El trabajo curatorial se destaca como un núcleo fundamental. Podemos dividir la muestra en dos grandes sectores. El primero, está formado por esta exhibición conjunta de las obras artísticas intercaladas con las imágenes científicas. Aquí, el gesto de exhibir las obras desprovistas de ficha técnica, o de referencia alguna acerca de su título o autor, hace del conjunto de imágenes un diálogo fluido y novedoso, una hipótesis abierta a nuestra mirada y nuestro juicio. El universo visual presentado por ambas partes resulta muy atractivo, y las similitudes formales sorprenden. 
Otro sector de la muestra está diseminado por planchas de corcho con una acumulación –al parecer- desordenada o espontánea de imágenes. A modo de borrador, o de constelación, esta yuxtaposición de imágenes opera como cóctel de estímulos visuales que apelan a nuestra capacidad de observar, recordar, asociar, imaginar y conjeturar. Estos ensayos visuales recuerdan al Atlas Mnemosyne warburiano, que reúne imágenes de un corpus visual inmenso, hurgando en la memoria y creando un juego de asociaciones no siempre inteligible. Cada panel posee una pequeña indicación con el nombre del artista, sin embargo, la obra del mismo no estará jerarquizada ni señalada de manera explícita entre todo el conjunto presentado, por lo que será tarea del espectador encontrarla dentro de ese gran collage de imágenes.

La apertura hacia imágenes de tan diversa índole, pertenecientes a otros campos disciplinares, en este caso, el polo científico más duro y exacto, permite arribar hacia lecturas alternativas y sumamente fértiles. Puede leerse en esta propuesta una intención lúdica y hasta didáctica de acercamiento hacia el arte contemporáneo, que tantas veces genera conflictos, dudas o incomodidades entre los espectadores por su carácter complejo y críptico. Ante los postulados que indican la gran preparación teórica que requiere un espectador promedio para acercarse a una obra contemporánea, Lapadula pareciera buscar otros canales de contacto con esas producciones artísticas que nos permitan establecer un encuentro más personal y creativo, donde el espectador realmente es responsable de cerrar el sentido o proponer uno nuevo a la obra. Este trabajo no deja de señalarnos la maravilla que supone el fundamental carácter polisémico de las imágenes.

Ficha Técnico/Artística

“Planos Alabeados”
Artista: Diego Bianchi, Juan José Cambre, Mariano Dal Verme, Karina Peisajovich, Pablo Siquier, y Eduardo Stupía
Curador: Pablo Lapadula
Espacio: Centro Cultural Rojas, Espacio de Arte
Inauguración: 30 de abril
Cierre: 11 de julio
Domicilio: Av. Corrientes 2040 / Buenos Aires
Horarios:  Lunes a sábados de 8 a 20 hs
Entrada libre y gratuita





[1] Bola de nieve http://www.boladenieve.org.ar/artista/34/lapadula-pablo


Victoria do Campo
victoriardc@gmail.com

Nota publicada en Revista ÁMBAR
http://www.ambar-revista.com.ar/index.php/noticias/visuales/item/189-una-serie-de-ensayos-visuales


ambar-revista.com.ar      ISSN N° 2314-3347
 
 

"Lazy" en Galería Carmen Sandiego


Una dimensión alternativa de lo cotidiano 

 

Hasta fin de este mes puede visitarse Lazy, la nueva propuesta de Ramiro Smith Estrada en galería Carmen Sandiego. La obra de este joven artista marplatense se erige en una serie de linografías y óleos sobre tela, un corpus hilado a partir de un eje común. La composición de cada una de las obras se configura a la manera de un pequeño cubículo, producto de la visión del artista a partir de un punto de vista fijo; como en un plano picado, con la cámara mirando su propio cuerpo y el escaso ámbito circundante. Este espacio construido como base, se enriquece y muta a partir de las diferentes contorsiones que va adquiriendo el cuerpo en posición de reposo, desprejuiciado y libre. Del mismo modo, la vestimenta y los objetos que acompañan estos retratos irán modificándose, como un maniquí sujeto a la experimentación.

El momento que Smith Estrada vuelca en sus obras supone un espacio de soledad, de ocio, y contemplación, son rituales cotidianos e íntimos, lapsos cualquiera que parecen transcurrir como una transición entre una acción y otra, como puede serlo la sobremesa de un soltero, un eterno zapping, o un instante de introspección acompañado de un cigarrillo. Esta serie de núcleos van esparciendo sobre el espacio los destellos, los restos, las evidencias de ese estado.

Formalmente, la obra se configura a partir de una conjunción de recursos de diversa índole. En principio, la relevancia que adquiere la línea, la fuerte presencia del dibujo como estructura subyacente de las obras delata la afición del artista por el grabado, técnica presente en trabajos previos . Por otra parte, la utilización de colores planos con una pincelada relamida, la paleta estridente, las reminiscencias al lenguaje gráfico de la historieta y la representación explícita de diversos objetos de consumo masivo -Malboro, GAP, Nike, Sony, entre otros- acercan su obra hacia una estética pop. A la manera de Alberto Passolini y diversos artistas argentinos de los noventa, su producción puede vincularse con una estrategia neo-pop, pero sólo en la medida que es utilizada como una herramienta, como un recurso formal para elaborar una nueva propuesta. Según Adriana Lauría , estos abordajes pueden servir para indagar cuestiones contemporáneas. A su vez, Eduardo Stupía sostiene que Smith Estrada plantea una “(...)  tensión entre la supervivencia de los rituales y fetiches individuales, y la sospecha de que la sociedad que presume de diversidad es en realidad una poderosa maquinaria de unificación” . Aquí radicaría su elección del pop como vehículo crítico.




Por otra parte, resulta de particular relevancia la utilización de fondos, a la manera de grandes alfombras, tejidos o posters, como planos que se extienden y superponen acompañando la figura y hasta confundiéndose con ella. Las tramas, los motivos y el carácter acentuadamente bidimensional de estos planos pueden establecer un diálogo con obras de raíz fauve como The red room (1908) Pianist and Checker Players (1924), Music (1939) o Tabac Royal (1943) de Henri Matisse.

Las obras parecerían manifestar un encuentro conflictivo entre lo representado y la elección de los recursos para dicha representación. Esta colisión se manifiesta entre una dimensión personal, cotidiana e íntima, en contraposición a un universo ficcional, artificioso, distante; entre lo propio y lo ajeno. Quizá esta elección responda a una estrategia de distanciamiento, como vehículo para correrse a sí mismo del protagonismo de la escena, de la autorreferencia indudable que posee. En este pasaje, pareciera que los recursos formales buscasen trasladar un momento tan privado y cotidiano hacia un plano ficcional, donde las figuras pierden voluminosidad, donde los objetos se confunden con los fondos que los enmarcan, donde los contornos pierden exactitud, se relajan, holgados, y caprichosos como las posturas que va adquiriendo el protagonista (auto)retratado.



Ficha Técnico/Artística

“Lazy”

Artista: Ramiro Smith Estrada
Espacio: Galería Carmen Sandiego
Inauguración: 7 de Noviembre
Cierre: 30 de Noviembre
Domicilio: Tucumán 843 1° B / Buenos Aires
Horarios:  Martes a viernes de 14 a 19 h / Sábados de 13 a 16 hs
Teléfono: 011 4328 9790


Victoria do Campo
victoriardc@gmail.com

Nota publicada en Revista ÁMBAR
http://www.ambar-revista.com.ar/index.php/noticias/visuales/item/177-una-dimension-alternativa-de-lo-cotidiano


ambar-revista.com.ar      ISSN N° 2314-3347